El placer del buen servicio al cliente
25 febrero, 2016

A PESAR DE TODO…

Salimos de casa, cogemos el coche o, quien tenga más suerte, el transporte público, lo que hace que el trayecto al trabajo sea un poco más relajante. Muchos antes de salir ya han hecho un gran trabajo previo: despertar a los niños, vestirlos, darles el desayuno, llevarlos al colegio. Otros con familiares enfermos a su cargo que hacen auténticos milagros para poder llegar sanos y salvos a su lugar de trabajo. En fin, la misma rutina de siempre de lunes a viernes la mayoría, sin mencionar a quienes lo hacen de lunes a lunes. Y no me digan que qué suerte que tienen un trabajo. Seamos realistas: a veces hay que admitir que el tener trabajo no es ninguna suerte, sino más bien un calvario. ¿Es gratificante tener un trabajo con un horario interminable? ¿o con un sueldo minúsculo?. ¿Es una suerte no poder disfrutar de tu familia y dedicar lo mejor de ti a una empresa que en cualquier momento puede prescindir de ti sin pensárselo dos veces sólo porque dejas de ser rentable?, ¿o que no te dejen crecer profesionalmente?, ¿o no te dejan disfrutar de tus derechos?, ¿o el estrés se hace cada vez más insoportable? O simplemente sientes que ese trabajo no te llena. Y al final acabamos admitiendo que lo hacemos para poder vivir, sobrevivir en muchos casos.

Pero siempre tenemos la opción de cambiar, de encontrar esa actividad que nos reconforte y a la vez nos haga crecer como profesionales y como personas. Es de de vital importancia ir a buscarlo, provocar el cambio. Por respeto hacia uno mismo.

Y desgraciadamente (para el país) si quieres que valoren lo que realmente vales, confías en ti mismo y quieres trabajar feliz, la mejor opción puede que sea emigrar. Muchos lo han hecho y han triunfado, aunque también algunos han vuelto. Y no pasa nada. Si no ha salido bien, hay que intentarlo de nuevo. Siempre hay soluciones.

Sin menospreciar la valentía de trabajar por cuenta ajena o de emigrar, en cuyos casos la actitud es imprescindible para enfrentarse a los grandes cambios, también existe la valentía de quedarse y emprender.

Indudablemente hay que ser valiente y poseer una buena autoestima para poder tirarse a la piscina sin pensarlo demasiado. Sí, tirarse a una piscina que en muchos casos puede que no tenga el nivel de agua que esperamos y nos demos un buen golpe. Pero si lo tienes claro, adelante. No hay límite, a pesar de que sabemos que las condiciones para emprender en este país no son fáciles. Pero si tienes una idea, desarróllala y emprende. Lo más probable es que salga bien.

El estado de “bienestar” hoy en día se paga demasiado caro si para ello tenemos que estar con una preocupación constante de mantener lo que tenemos a toda costa. Y a veces soportamos demasiado estrés para ello. Por eso hay que plantearse si vale la pena mantener nuestras posesiones a cambio de nuestra salud, nuestra vida y la de los nuestros. Hay que sentarse a valorar y decidir lo que es mejor para nosotros. Y, no nos engañemos, lo mejor para nosotros es la salud y la felicidad. Así que cuando llegue el momento de hacer un alto en el camino de la vida, no hay que estresarse demasiado y entender que un trabajo se puede perder y encontrar otro nuevo, una posesión se puede perder y no dejar de disfrutar de la vida. Pero la salud es demasiado valiosa para substituirla por todas estas cosas.

Aunque lo mejor de todo y que me enorgullece enormemente es cuando en mi trayecto diario en tren  observo a personas medio dormidas, personas preocupadas, personas felices, personas distraídas, personas tristes, indiferentes, pensativas, hablando, en silencio,  leyendo, etc… que van a su trabajo a pesar de todo lo que tienen que dejar en espera a su vuelta: sus hijos, sus parejas, sus familiares enfermos, sus casas, sus vidas, para poder enfrentarse a sus tareas profesionales, darlo todo para que la empresa siga adelante generando beneficios y continuando con la marcha constante del país, a pesar de cobrar unos sueldos míseros en muchos casos, a pesar de hacer muchas más horas de las pactadas, a pesar de saber que no van a poder enfrentarse este mes a todos los pagos, a pesar de haber perdido a un ser querido hace poco, a pesar de estar pasando por un drama personal, a pesar de estar enfermos, a pesar de todo, ellos están allí día a día en su trayecto al trabajo.

Con esa fuerza motriz que les empuja a seguir luchando, mantener el rumbo y continuar hacia adelante. A pesar de todo.

Y esto es lo que me hace seguir confiando en el ser humano. Su fuerza, su capacidad de adaptación, su resiliencia.

A pesar de todo,  sólo ellos son el verdadero motor de esta sociedad. Y juntos, cambiarla es más fácil de lo que parece.

¡Gracias!

M.G.